Hay libros que requieren dos lecturas, si la primera fue
demasiado rápida, para captar lo que el escritor pretende comunicar a través de
sus páginas. Esto es lo que sucede con El
río que nos lleva, una obra de José Luis Sampedro publicada en 1961.
El argumento de El
río que nos lleva gira en torno al trabajo de los gancheros, hombres
encargados de arrastrar los troncos de los árboles a través de los ríos hacia
las tierras bajas, en las que será transformada y aprovechada su madera. Aquí
el río es el Tajo y el escenario del relato el territorio que se extiende desde
el norte montañoso de Guadalajara hasta Aranjuez en la provincia de Madrid.
El río que nos lleva está
dividido en tres partes: Kan, Tchan y Li, siguiendo la terminología (exagramas)
del Libro de la Mutaciones o I Ching, tratado filosófico ético utilizado
también como oráculo que fue escrito en China alrededor del año 1200 a. C.
Estas tres partes, José Luis Sampedro
las hace coincidir con el invierno, la primavera y el verano.
Simplificando mucho, podemos decir que, según El libro de
las Mutaciones, el universo está en perpetuo cambio o mutación y las personas
debemos aprovechar los cambios para crecer interiormente; por lo cual es
importante que nos conozcamos a nosotros mismos.
El cambio en el libro lo representa el río, embravecido o
manso, según el trecho o las circunstancias. Los hombres que se mueven junto a
él, realizando un trabajo que se extinguirá en poco tiempo son, de alguna
manera, arquetípicos y a todos se les ofrece la oportunidad de elegir el camino
que les hará conservar su dignidad y realizarse plenamente como seres humanos.
El lenguaje utilizado por el autor para describir los
paisajes del entorno del río es de una gran belleza, gusta paladearlo. He leído
que José Luis Sampedro, cuando pensó
escribir esta historia, viajó a los lugares que planeaba apareciesen en ella.
Así que, además de la belleza de las imágenes, encontramos palabras de la zona
y otras que ya no se utilizan relacionadas con los trabajos del campo,
alimentos, costumbres: botarga, colodra, moñuda, zurra, alquitara…
Los protagonistas principales del relato son Francisco,
al que llaman el Americano, que es el capataz de los gancheros; Roy Shannon, un
irlandés que regresa tras haber participado en la 2ª Guerra Mundial y se une a
ellos y Paula, “la mujer envuelta en sombras” que les acompaña, claro exponente
de lo femenino.
El largo viaje a través del río sirve al autor para
mostrarnos cómo era la vida en los pueblos durante aquel tiempo: las
diferencias sociales representadas por el cacique dueño de vidas y haciendas,
el analfabetismo, la dureza del trabajo, las fiestas y el importante papel de
la religión de cuyos representantes presenta Sampedro dos versiones del todo antagónicas.
Quizá estas últimas cuestiones provocaron que la censura
impidiera a Luis García Berlanga
rodar la película que proyectaba hacer, basándose en el libro, en 1962; algo
que sí pudo llevar a cabo Antonio del
Real en 1989.
Termino el comentario con algunas frases que, a propósito
del destino y la dignidad humana, dirige a Shannon don Pedro, un caballero que
aparece en la última parte de El río que
nos lleva. Las frases elegidas creo reflejan en parte el modo de pensar y
sentir de José Luis Sampedro: “Se vive con dignidad cuando se vive con autenticidad”, “¡Libertad! He
ahí la posibilidad única de ser auténtico, de cumplirse, de realizarse”, “¡El
hombre, el hombre! ¡Ésa es mi esperanza!”